Tú sabes que es para ti, que estás detrás de un notebook como el mío, del que conozco su historia. Tú sabes que me dirijo a ti, a nadie más, porque lo que hablo no calza con otra silueta. Quiero escupir todo lo que hace presión en mi garganta, porque ya lleva tiempo tratando de salir, y mejor ahora que puede salir un poco más ordenado y transparente, que hace unos meses donde probablemente el impulso, el dolor me haría vomitar todo. Vomitar es distinto de escupir. En primer lugar, y probablemente al trono de todo esto, van las mentiras. Como omisión de la verdad, como comentarios disfrazados. Hasta en detalles. No recuerdo las palabras, pero sí perfectamente la sensación de que me hicieras tonta, de ser nada más que otra de la lista, como la rubia o el colorín, no recuerdo qué decías pero sí que me hacías sentir así. Probablemente, hay cosas con las que debí hacer oídos sordos... pero si llegan a tu lado destruídos, qué vas a hacer. Estoy llegando de a poco y mientras escribo, a la terrible conclusión de que no es tu culpa, de que no es mi culpa. Podríamos intuír al culpable, pero no tiene sentido si jamás vamos a pintarlo. Yo no quiero más relaciones de papel, que se mojan y se rompen, no quiero más mentiras sin sentido, por miedo, por gracia, por no sé. No quiero soportar más con cargas, comentarios intencionados, malos o buenos, triángulos y pentágonos, que la teoría de conjuntos y que las guitarras, que las uñas cortas y la gente que no aprecia lo que tiene, que el abuso y la identidad, que la sustitución electrofílica, el sistema y su devenir, que la filogenia y la ontogenia, que la moral y las buenas costumbres, que la pasión, la vida, el amor, las películas, la lluvia y los cuentos... si te das cuenta, ya no quiero nada.
Y si hice mal, perdón. Yo soy así. Y si hiciste mal, espero lo notes y me digas porqué.
No quiero perder al durmiente amigo, no quiero que desaparezcan cosas maravillosas. Pero quiero entender y confiar, quiero saber que hago lo correcto. Te conozco, o hasta hace un tiempo, y me extraña, pero lo peor de todo es que no demasiado.
Chao.
Si no me diriges la palabra, bien por ti, mal por ti, por nosotros, no lo sé. Dejo la carta sin remitente, sin dirección... sin nada...