Mittwoch, November 29, 2006

Viejo


Vino derramado sobre el piso, mi cabeza rueda por la mesa. Brotan palabras de sutil obscenidad... hierve la saliva. La copa ya no nos sostiene, no aguanta el peso de nuestros cuerpos. El humo va ahogándote lentamente, te envuelve y te recibe. Es tiempo, tiempo de qué... de mirar el holograma de tu memoria y descubrir nada nuevo, mucho más que antes. Que tu boca coincida no es casualidad, diste un paso hacia el lado. El cristal calca cada eje de tu movimiento sin dejar espacios a la imaginación, pero tu naturaleza no. Y sigues pensando que es mentira. Sólo te queda anhelar que el cristal no se torne amarillo, para que las cosas no se vean amarillas denuevo. Y todo termina con el grito que vomita tu garganta, que más parece el ruido de una juguera.

Y desperté ese 27 de enero queriendo tener tu garganta entre mis manos.